Plutón en Capricornio: El atroz momento de la verdad
Autor: Alejandro Fau
“Puedes elegir entre ser un águila y volar o ser un gusano y arrastrarte por el suelo, es tu derecho. Pero luego no te quejes cuando te pisen.”
Emiliano Zapata
Quizá una de las más grandes cualidades que distingue al ser humano del resto de los animales sea su capacidad de imaginar, pero esta supuesta cualidad entra en entredicho a la hora de ser conscientemente creída por él como algo que atañe a la más pura y objetiva realidad. Cuando ello sucede y afecta a su propia integridad o a la de sus congéneres u otros seres, se ingresa pues en el terreno de las patologías psíquicas y es considerado como socialmente peligroso según los parámetros de la psicología y la psiquiatría. ¿Pero qué sucede cuando toda una sociedad o cultura se ve sumida en ese estado de modo continuo? Bueno, los resultados están a la vista. Se vive en una sociedad patológicamente enferma aunque sea ella misma quien define esos parámetros de lo que constituye o no el comportamiento normal. Así pues, debiéramos considerar la posibilidad de un gran error en la catalogación de la evolución humana el hecho de asumir sin más el parámetro actual de Homo Sapiens Sapiens para definir al hombre moderno, ya que, de hecho, es más una expresión de deseo que una realidad palpable y cierta. Personalmente, yo definiría este estadio evolutivo como de Homo Sapiens Ilusorius, debido a esa pulsión generalizada por imaginarse fantasías creyéndolas como reales y obrar a partir de ellas como si fuesen éstas indiscutibles verdades. No hablo solo de su visión religiosa del universo, que es quizá la más sólida fantasía instalada en su mente consciente e inconsciente, pues bien sabido es y muy estudiada por cierto su capacidad de inventarse Dioses y Demonios que castiguen o premien sus acciones cuando sus imaginerías se demuestran tanto acertadas como erróneas, sino del conjunto visionario de la vida misma del cosmos, de la vida propia, y la de sus sociedades. No niego en absoluto las bondades que esta capacidad imaginativa tiene, pues la elaboración, mejora y cambio de paradigmas en el plano del saber y el conocimiento y su incesante expansión son producto indiscutible de ella; sino que, muy por el contrario, el formidable éxito que ésta capacidad ha demostrado a lo largo de su evolución consciente nos ha llevado hacia un estadio en que la confundimos con la realidad y la verdad misma hasta extremos verdaderamente peligrosos para la propia supervivencia personal, de la especie y de la vida toda en el planeta. Pero, en fin, la mesura no es algo que tampoco nos distinga como rasgo característico de la especie.
Cuando decimos que el mundo se derrumba no lo decimos literalmente, sino que la imagen que teníamos de él es quien lo hace. Lo mismo sucede cuando rompemos una relación de pareja u otro tipo de vínculo. Se derrumba la ilusión que teníamos respecto de ese algo y no la cosa en sí misma. Cuando decimos que Plutón viene a romper las estructuras al transitar por el signo de Capricornio, lo que queremos decir es que lo que se rompe es la fantasía de perdurabilidad que teníamos sobre ellas. En realidad Plutón no “destruye” nada de eso, sino que nos enfrenta con la realidad lisa y llana por encima de la visión que pudiéramos tener de ella. Más acertado sería decir, en este aspecto, que Plutón es un gran “Despertador” y no un “Destructor”. Psíquicamente el efecto es el mismo, nuestro maravilloso mundo de fantasía estalla en pedazos, los cristales ilusionadores de las gafas con que estamos habituados a ver el mundo que nos rodea pierde sus cristales. Es el momento histórico que definimos como de cambio de los más esenciales paradigmas sociales y culturales. La mente colectiva pierde sus velos y se enfrenta a la realidad más pura con el fin de ajustarse y obrar en consecuencia a fin de poder sobrevivir. Lamentablemente siempre volvemos a construir desde la nada otra ilusión más perfeccionada que la anterior, pero así es cómo evolucionamos. La generación de una nueva ilusión es la que nos impulsa con renovado ímpetu el seguir adelante. Dicha construcción es comandada por el accionar de la energía Lunar que es quien está a cargo de llevarla adelante por cuestiones que atañen a la propia seguridad y permanencia del sistema energético integrado del que estamos conformados, y que opera de modo automático e inconsciente lo mismo que nuestra respiración o el regulado de nuestro ritmo cardíaco, ya que sin él, no podríamos seguir existiendo. La sabia naturaleza, por suerte, no se detiene a pensar, sino que simplemente actúa y se proyecta hacia nuevas formas que ni siquiera somos capaces de soñar. Esta supuesta “irracionalidad” es creatividad pura, y solo es posible manifestarla apelando a formas y comportamientos que se encuentran, y se encontrarán siempre, más allá de nuestras limitadas capacidades lógicas. Así es como sobrevive, valga la redundancia, la vida, y debemos alegrarnos que así sea y no espantarnos por ello.
Solemos entender la “fantasía” como algo inocuo e ingenuo, pero es en estas épocas en que podemos verdaderamente dimensionar lo que ella implica a gran escala. No estamos aquí para juzgar a nadie sino para mostrar el cómo opera. Pongamos el ejemplo de la crisis económica global y la fantasía que es y representa. Simplificaré al máximo la explicación a fin de que sea comprensible por cualquier no especialista y solo con fines didácticos, un especialista podrá ver aún más de lo mismo y más profundamente en las herramientas y mecanismos implicados que definen los resultados que luego tomamos como verdaderos y reales... Partamos de la base que el “Dinero” ya es en sí mismo un algo ilusorio aunque esté materializado en un papel impreso o en un metal estampado, su valor real es totalmente ilusorio y arbitrario desde hace casi un siglo, pues anteriormente, aunque aún era ilusorio como concepto, al menos su valor tenía un respaldo en la materia -en oro, plata, etc.-; actualmente su respaldo se resume solo a la “confianza” que depositamos en él, y en el valor de ésta que arbitrariamente le fijan determinados y muy acotados grupos de poder para luego imponerlo por la fuerza al resto, y a partir de lo cual fabricamos una escala ilusoria de valores que aplicamos a los bienes y servicios reales (esto es que tienen una existencia real en la materia, o sea, las cosas). Si bien lo anterior ya implica un engaño globalizado que beneficiará siempre solo a unos pocos individuos de la sociedad y deja muy en claro que es una herramienta concebida por una mentalidad social esencialmente egoísta, la “crisis” actual surge producto de extremar los mecanismos de ese tipo de mentalidad en el tiempo. La importancia que fuimos forzados a dar a esta ilusión que llamamos “Dinero” nos ha hecho pensar que esa ilusión era algo real y muy importante, con lo cual fuimos dirigidos a verlo como un algo que debíamos obtener, no solo para acceder a las cosas necesarias y reales que nos mantienen vivos como son abrigo, techo y comida, sino como un “objeto” deseable para por su intermedio acumular prestigio y poder en la sociedad y así sentirse “importante”.
A partir de ello, el tornar esta ilusión en algo real, fue que se generó la idea de que en lugar de usarlo como una herramienta para facilitar la producción de bienes y servicios verdaderamente reales (las cosas), se orientó su capacidad solo para generar exclusivamente más y más dinero. Nace así lo que conocemos como “Economía Financiera” y se le dio aún mayor importancia que a la “Economía Real” que se ocupa del fomento y regulación de la generación de los verdaderos bienes materiales necesarios para la propia supervivencia. Esto ha provocado la degradación y destrucción de las estructuras de producción tanto alimentarias como industriales, y la generación de mayores desigualdades entre los miembros de la sociedad toda que actualmente es quien padece esta “crisis”. Este mecanismo ilusorio creado por el egoísmo de nuestro estadio evolutivo en la consciencia humana y sostenido en el tiempo, es lo que ha afectado nuestra realidad del día a día a tal punto que sus consecuencias catastróficas pueden verse a lo largo y a lo ancho de todo el planeta. Generamos y sostuvimos una ilusión con más y más ilusión, y es ahora cuando claramente podemos observar las consecuencias que ello acarrea para nuestra supervivencia como especie. La negación de ésto y la pretensión de seguir perpetuando la fantasía es lo que ha provocado, y provoca aún, la muerte y el sufrimiento de miles de millones de personas en todo el mundo a lo largo de la historia. Esta psicopatología derivada del egoísmo extremo sobre el cual sostenemos nuestra economía de recursos, ha incrementado nuestra pulsión tanática a tal punto que puede llevarnos al suicidio social si no reaccionamos a tiempo... Pero el tiempo ha llegado, y éste está representado por el tránsito de Plutón por el signo de Capricornio, que es en donde nos vemos confrontados con la realidad provocada por nuestras propias acciones en pos de alcanzar una fantasía y debemos replantearnos todo lo actuado. No es Plutón quien destruye nuestras estructuras arcaicas sino nosotros mismos, no es Plutón quien derrumba nuestros sistemas de creencias sino nosotros mismos; él solo simboliza nuestro despertar del sueño en que nos hemos sumergido por nosotros mismos a la verdad lisa y llana de la realidad que hemos provocado. Pensar que es él y no nosotros quien lo hacemos, es solo otra fantasía, una ilusión más en nuestro haber.
Sobran las pruebas de la generación de fantasías cotidianas por nuestra parte (socialmente hablando) respecto de lo que es la realidad, o cómo debiera ser. Muestra de ella la encontramos en los medios publicitarios como una forma de promocionar productos, o de los medios de comunicación para hacernos creer que lo que pasa en realidad es otra cosa. Nuestros periódicos y los telediarios están plagados de estas cosas al punto en que ya no distinguimos qué es real y que no, fomentando una sensación de desconfianza y descrédito crecientes. La muestra más reciente de ello es la campaña en contra del gobierno Sirio que llevan adelante la coalición de países que pretenden invadir su territorio para lograr el control de los recursos y una posición geoestratégica privilegiada en la región, que pese a las denuncias del propio gobierno y de terceros países recrudece y continúa. Escenarios montados a miles de kilómetros con cientos de actores contratados simulan cruentos combates ficticios que son distribuidos por las cadenas televisivas mundiales como si fuesen ciertos, fotos trucadas tratan de pintarnos situaciones terribles y aberrantes que no suceden en la realidad llenando las páginas de los principales periódicos ilustrando los relatos totalmente fantasiosos que intentan crear en la desinformada audiencia una realidad inexistente con el fin de granjearse el apoyo incondicional que necesitan para justificar sus futuras y aberrantes acciones. Se censura en Internet y en las redes sociales la circulación de información real y objetiva sobre el asunto, y es así que vemos por un lado desaparecer la verdad al tiempo que por otro se la reemplaza por otra fabricada a la medida de las aspiraciones. Parece sacado del relato fantástico “1984” de G. Orwell, pero es absolutamente real. La historia se reescribe todo el tiempo para justificar ataques o alianzas con los mismos actores. Este tipo de prácticas sume a la población en un estado de inconsciencia tal que la torna indiferente a lo que pase y gustosamente deposita el poder de decisión en los grupos dominantes de poder que no deja de manipular sus mentes en ningún momento de modo cada vez más efectivo, salvo, claro está y como sucede ahora, en que la “realidad” verdadera que se ha generado mientras se sostienen estas prácticas durante mucho tiempo, se manifiesta por su propio peso y destruye la ilusión con la que se pretendía ocultarla.
También, a fuer de ser sinceros si nos miramos atentamente a nosotros mismos, en nuestra vida cotidiana solemos aplicar las mismas prácticas. Un estudio reciente sobre la sinceridad en las redes sociales arrojó como resultado que de aquellas personas que tienen fotografías en sus perfiles de alguna de ellas (Twitter, Google+, Facebook, etc.), más de la mitad admitió que habían retocado la imagen apelando a algún software fotográfico para poder mejorarla, el 15% incluso dijo que la fotografía empleada mostraba a otra persona y no a sí mismos. Lo mismo sucede con la información que se muestra. Cerca del 65% admitió que mejoraron sus currículum académicos para que sean más importantes y atractivos. Pero no solo en el mundo virtual sucede, sino también en el mundo real. Más allá de lo obvio de aquellas personas que apelan a la cirugía estética para mejorar artificialmente su aspecto a fin de posicionarse socialmente mejor en los círculos que frecuenta; también en el discurso cotidiano tendemos mayoritariamente a “retorcer” la realidad a la hora de, por ejemplo, brindar excusas por algún olvido, fallo o error que consciente o inconscientemente hallamos cometido, en lugar de exponer lisa y llanamente la realidad de lo sucedido. El Sociólogo Francés George Gurvitch en su libro “El Mercado de la Mentira” sostiene que la tendencia a mentir sobre uno mismo o las actividades que desarrolla, históricamente ha crecido aceleradamente a partir de la aparición de la televisión y la masificación del cine. Hace hincapié en que su masificación es tal que forzó a las distintas ramas de la psicología a aceptar determinado grado de recurrencia en la mentira, que en otras épocas se encuadraba dentro de la patología de mitomanía, como un comportamiento “normal” en la sociedad moderna. Esto ha llevado al descreimiento, también creciente en las últimas décadas, en los sistemas políticos y en la publicidad en general, lo mismo que en el deterioro vincular de cualquier orden. Paradójicamente se han incrementado las adhesiones a los diferentes credos religiosos, y según el especialista ello se debe a que el individuo “necesita” depositar en alguna parte su credulidad y, quién sino, cualquier Dios medianamente bien estructurado puede resistir la prueba en su imaginario.
A partir de la aceptación social de la mentira en nuestras sociedades nos hemos acostumbrado a vivir una realidad falsa o una semi-realidad como si fuese totalmente verdadera. Esto no se circunscribe, por supuesto, al último siglo sino que tiene una profunda raigambre en la sociedad humana. Al respecto es buena la observación plasmada en una comedia cinematográfica norteamericana de hace un par de décadas llamada, justamente, La Invención de la Mentira. Allí se plasma en tono jocoso lo que ello ha acarreado a nuestra sociedad a lo largo de la historia. Cualquier mentira obtiene su sustento en el tiempo solo por medio de una cadena incesante de mentiras, falsedades y fantasías que en algún momento se sale de control y colapsa. Dentro del plano histórico podemos afirmar que los períodos en que los más espectaculares derrumbes de las ilusiones colectivas suceden son, justamente, los períodos en los que Plutón transita por el Signo de Capricornio. Es durante estos ciclos en que las falsedades instauradas con el fin de conseguir o de sostener ciertas situaciones de poder se vienen abajo. No importa si el ejemplo es, por citar alguno, la demostración de que la Tierra es redonda y no plana como sucedió en 1515 u otro, con toda la cadena de falsedades subsidiarias que soportaban o aprovechaban ésta idea primigenia que se derrumban, sino el impacto en la psiquis social y la cadena de hechos transformadores que emergen de ello. Actualmente, con Urano transitando por Aries y Neptuno transitando ya por Piscis, el impacto del desenmascaramiento de las interminables cadenas de fantasías acumuladas promete ser un verdadero tsunami psíquico proveniente del inconsciente social el que irrumpa en el consciente colectivo provocándonos otro despertar. Atisbos de ello podemos ver en el día a día tanto en pequeña escala como en la macro que se van acumulando más y más ejerciendo niveles de presión que indefectiblemente nos llevaran a un estallido. Seguramente generaremos una nueva fantasía de presente que llevaremos como bandera y que nos impulsará adelante una vez más hacia ese futuro incierto al cual nos dirigimos siempre, pero será este presente sin dudas más real que el que dejaremos en el pasado. Será verdaderamente un nuevo paradigma social, pero para conseguirlo debemos primero aceptar desechar las viejas fantasías que acarreamos hasta aquí y quizá inicialmente eso no sea agradable. Para lograr ello socialmente sin gran trauma, debemos estar dispuestos a realizarlo primero personalmente. Es como en la ya remanida escena de la película Matrix en donde el protagonista debe optar entre seguir viviendo dormido en un sueño inventado que lo consume en favor de unos pocos, o despertar... Somos nosotros quien debemos elegir, si la pastilla roja o la pastilla azul. Ahora dime... ¿Cuál es la tuya?