Plutón en Capricornio: La Respuesta de Zeus
Autor: Alejandro Fau
Los hechos en Grecia de aquel momento (2008), fueron desencadenados a partir de la muerte de un adolescente a manos de la policía. Miles de personas se volcaron a las calles en protesta contra la impunidad de los aparatos estaduales en la represión de los verdaderos intereses populares, provocando una verdadera batalla campal contra las fuerzas policiales. Como consecuencia de ello se provocaron montones de incendios, en su gran mayoría sobre edificios estatales, policiales y bancarios, logrando sumir a su capital (Atenas) en un verdadero caos social durante una semana, con un tercio de su superficie en llamas. La cuna de la “civilización” occidental comienza así a mostrar los primeros síntomas de reacción a los ya enormemente deformados valores igualitarios de Democracia y República que supieron engendrar 2.460 años atrás (el 22 de Marzo del 450 BCE, en el Calendario Juliano). Síntomas que amenazan expandirse, justamente ahora geométricamente sobre Europa, e inevitablemente luego sobre el resto del mundo. Plutón cambió la conciencia humana y sus instituciones sociales en el ingreso a Capricornio de aquel entonces, y vuelve para hacerlo nuevamente ahora.
Hace 2 años, en un comentario al primero de esta serie de artículos dedicados a Plutón en Capricornio, alguien preguntaba el por qué nos remitíamos al pasado y no decíamos lo que representaba en el presente el ingreso de esta energía transpersonal en el signo. Quizá la respuesta más adecuada siga siendo la misma que hemos tenido hasta ahora, continuar remontando el río del tiempo para develar lo que ha sucedido no ya en la última era, sino yendo más y más atrás aún, pues creemos que, parafraseando a Santanaya: “Quien no tenga conciencia de su pasado esta condenado a repetir sus errores.”, y lo que ahora suceda, dependerá de cuán profundamente lo hallamos comprendido… El advenimiento de la Democracia en Occidente de hace ya dos milenios y medio, sucumbió bajo la imposición de los estados imperiales (monárquicos y teocráticos) hasta que pudo abrirse finalmente camino durante el último cuarto del Siglo XVIII de nuestra era, pero arrastró los mismos vicios desde que fue concebida en aquel antiguo inicio Griego.
La “Politeía” (del Griego: Gobierno de la Polis –Ciudad o Estado-), coincidente con el título de la obra de Platón mal llamada “La República” (personalmente prefiero el subtítulo que le adicionó Trasilo, quien fue astrólogo del emperador Tiberio, como: “Acerca de la Justicia”), es el vínculo original de los que constituyeron los Estados, que primitivamente fue tribal-familiar de sangre o parentesco volcado, particularmente en Atenas, al de los ciudadanos en su comunidad de habitación y de vida como rasgo capital de la unión, que ya en aquella época se trataba de personas de muy diverso origen. La Democracia (Gobierno del Pueblo –y para el pueblo, debiéramos agregar-) llega de la mano de Protágoras, quien entrega el bosquejo de la Constitución para Turios, la gran colonia panhelénica, al gran Pericles en fecha ya citada (-450 AC) quien la hace efectiva, claro que luego de hacerle algunos agregados y modificaciones. Básicamente la idea trata de la uniformación en el status de “Ciudadanos” de los tres estratos sociales preponderantes en la época con el fin de que ellos decidan quién y cómo debía gobernar los intereses de todo el pueblo. Estos tres estratos son, a saber: Los Artesanos (que en realidad eran los comerciantes y dueños de los talleres de producción manufacturada, más los Libertos que trabajaban en ellos), Los Labradores (en lo práctico los dueños de las tierras de cultivo y los ganados, más los Libertos que trabajaban para ellos) y Los Guerreros (en realidad los Generales y otros cargos de grado del ejército). Como habrán imaginado, éstos no conformaban la totalidad del pueblo sino una amplia minoría. Quedaban por fuera la gran mayoría constituida por los esclavos, los soldados y los extranjeros.
Platón ya había advertido las falencias de este régimen Democrático bajo el cual había nacido (allá por el -427 AC, y 23 años después de que fuera impuesto), y en el que vivió por más de 30 años antes de marcharse a Siracusa. Su pensamiento preclaro resumió la evolución de los movimientos sociales políticos históricos en una sucesión inamovible y repetitiva de los cuatro únicos modos posibles de gobierno: El Timocrático (que era producto de la corrupción de la Aristocracia), el Oligárquico, el Democrático y el Tiránico, en ese orden. Haciendo un sobrevuelo sobre la historia desde aquellos días hasta hoy, podemos darnos cuenta que no estaba tan equivocado. Cuando la República y subsiguientes Democracias emergen nuevamente tras el ingreso de Plutón en Capricornio de 1762, arrastra consigo los viejos errores pero éstos se van diluyendo en correcciones de tipo legal, más no efectivamente en la práctica, por los diferentes movimientos Libertarios e Independentistas a lo largo del Siglo XIX como ya hemos explicado en artículos anteriores.
La “liberación” de algunos de los llamados esclavos y su incorporación a los sistemas político-sociales elevándolos a la categoría de Ciudadanos con plenos derechos en todo el mundo, todavía a dejado al margen a una enorme cantidad de gente que sigue invisible a los ojos de los Estados como son los pueblos originarios de la America, el África, Asía y Oceanía por citar solo un ejemplo. Pero aquellos que fueron liberados, y que hoy constituyen la gran mayoría de los que llamamos “la gente común” (el pueblo liso y llano), se van dando cuenta que su mentada liberación y adquisición de derechos es tan solo un eufemismo de lo que constituye, de hecho, una “esclavitud mejorada”, pues ya no pueden confiar en que sus autodenominados representantes los representen efectivamente y los defiendan y protejan contra las injusticias y expoliaciones a las que son sometidos por parte de los poderes económicos, eclesiásticos y del propio estado, sea este nacional o transnacional. Es así que ahora exigen la atención en su derecho irrenunciable a la participación en la decisión sobre su futuro por medio de la movilización autoconvocada, ya sea ésta de un carácter pacífico o irracionalmente violento.
Los incidentes en Grecia obedecen a estas causas, y son solo un reflejo más o menos violento en contra de los Estados que, como el griego, solo mudan de un modo meramente cosmético en sus políticas. Así como en aquellos en los que asistimos a una mutación más profunda en cuestiones de inclusión social vemos como los excluidos hasta ahora, e invisibilizados históricamente, comienzan a reclamar su participación y reconocimiento, tal los movimientos indigenistas de la América Latina. Podría parecer a simple vista, y oyendo aquellos alegatos de algunos astrólogos e informadores mediáticos preocupados por los bienes de sus amos, que solo se trata de cuestiones de dinero, pues como dijo el expresidente argentino Juan D. Perón: “El bolsillo es la víscera más sensible del ser humano” dando a entender con ello que la satisfacción de las necesidades básicas del pueblo y una escrupulosa justicia tributaria con la que se lo grava, son las condiciones necesarias para el buen gobierno de los hombres. Mas eso sería quedarse en la superficie de las cosas, y como astrólogos humanistas no podemos permitírnoslo sino que debemos ir más profundo en el sentir del Ser humano y ahondar en su inconsciente profundo para encontrar una causa. Se trata sí de valores muy simples y básicos, y que no son nuevos ya que fueron expuestos anteriormente a modo de zanahoria tras la cual correr para lograr imponer un régimen en el anterior ingreso de Plutón en Capricornio. Son los de Libertad, Igualdad y Fraternidad, llevados a todos los campos y absolutamente para todos, aún para ese ser único que es la Madre Tierra. Y a ojos vista, no importa ya el medio por el que se los logre, lo que sí, indudablemente, es tiempo de efectivizarlos en la práctica.
Veremos en estos tiempos no solo la reacción del pueblo griego exigiendo a su gobierno que se respeten sus derechos con una contundencia inusitada, sino que se sumarán paulatinamente debido a la presión y la opresión de los poderes instituidos sobre las masas populares en diversas cuestiones económicas, judiciales y étnicas, a la población de España, de Portugal e Italia, los así llamados países del Este Europeo e incluso a los de la Gran Bretaña por citar solo algunos en Europa; a todos aquellos habitantes de países que fueron entrampados en supuestos tratados de Libre Comercio, al padecer la eliminación o restricción de sus precarios derechos para sostener los superiores derechos, derroche y lujo de unos pocos, soportando la opresión y el hambre en las Américas; lo mismo que los pueblos del Asia y etc., etc., etc., pues el poder instituido no dejará de defender lo propio con todas las armas que tenga a su alcance volviéndose cada vez más y más virulento en su resistencia a desaparecer. Mas éste debiera de tener en cuenta que ésta vez el fin y su transformación serán definitivas, y que no tienen ya chance de permanecer así. Pues no se puede dominar a todo el pueblo cuando, imbuidos del espíritu de aquellos antiguos Espartanos, solo están dispuestos a abandonar la lucha y volver a sus hogares con el escudo amarrado victorioso sobre su brazo, o tendidos sobre él.