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Molinos para ver el cosmos

Molinos para ver el cosmos
Dos telescopios giratorios en el Teide tratarán de encontrar indicios de las ondas gravitacionales del inicio del Universo

Se puede resumir la historia del Universo como un instante de agitación y 14.000 millones de años de espera. Durante ese tiempo, el Universo ha ido enfriándose y estructurándose hasta evolucionar en un aparatoso mobiliario cósmico. Pero el proceso por el cual la materia se ha organizado no es fácil de estudiar. Desprovistos de las herramientas experimentales necesarias para acercarse al instante inicial de la Gran Explosión, los astrónomos han tenido que buscar pruebas indirectas.

En 1964 se detectó, de forma casual, un débil ruido que parecía provenir con la misma intensidad de todas las direcciones. Se trataba de la imagen más antigua del cosmos, el eco del Big Bang. Conocida con el nombre de Fondo Cósmico de Microondas, esta radiación fósil es objeto de un innovador experimento concebido por el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y bautizado como Quijote.

Según explica el profesor del CSIC e investigador del IAC Rafael Rebolo, director del experimento, "está formado por dos telescopios situados en el Observatorio del Teide que estarán girando constantemente como grandes molinos y barrerán el cielo, midiendo las microondas que nos llegan del origen del Universo". Quijote es un proyecto complementario al satélite Planck de la Agencia Europea del Espacio (ESA), que está actualmente en fase de ajustes antes de su lanzamiento. El primer telescopio del experimento estará listo en diciembre y el segundo, más potente y complejo, se pondrá en marcha el año que viene.

"Después de eso necesitaremos tres años de trabajo para que los datos obtenidos, en combinación con los que obtenga el satélite Planck, nos permitan extraer información sobre la radiación de fondo", aclara el investigador.

En la década de 1990, el satélite estadounidense COBE sorprendió a los científicos al encontrar variaciones en la intensidad de esa radiación aparentemente homogénea. Estas pequeñas irregularidades en el tejido original hicieron que existieran zonas más densas que, como una bola de nieve, fueron arrastrando progresivamente hacia ellas la materia del entorno. "Estas variaciones constituyen las semillas que dieron lugar, por evolución gravitatoria, a la formación de las grandes estructuras que observamos hoy día: galaxias, cúmulos y supercúmulos", explica Rebolo.

Los resultados serán fundamentales para la demostración de la existencia de ondas gravitacionales, una ondulación del espacio-tiempo como la que produce una piedra en la superficie de un estanque, según predice la teoría de la relatividad.

Distorsión del espacio-tiempo

Según Rebolo, "hay predicciones claras de que cerca del instante inicial se generan ondas gravitacionales en el Universo que distorsionan el espacio-tiempo. Su estudio nos dirá cuál fue la energía asociada a esa época y así conocer las propiedades de otras entidades, antes de que la materia y la radiación existiesen como las conocemos hoy, que podrían ser causantes de la expansión acelerada del Universo", explica.

El equipo de Quijote espera que no se repita la historia del experimento Tenerife, que compitió con el satélite COBE. Finalmente, el instrumento americano se adelantó en los resultados, consiguiendo el Premio Nobel de Física en 2006. "Fue una sorpresa para nosotros, ya que cuando comparamos los datos vimos que estábamos muy cerca; si no hubiera sido el COBE, lo hubiéramos hecho el año siguiente", lamenta Rebolo.

También los descubridores del Fondo Cósmico de Microondas obtuvieron el Nobel en 1978. Quién sabe si Quijote será el próximo, gracias a dos telescopios donde el caballero de la triste figura habría visto amenazadores gigantes y que, para la ciencia actual, son hombros de gigante a los que subirse.