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¡Hacia el Infinito y Más Allá!

¡Hacia el Infinito y Más Allá!
La Misión más larga de la exploración espacial cumple 40 años. Las Voyager 1 y 2 de la Agencia Espacial estadounidense (NASA) se han convertido en dos antiguas habitantes del cielo. Cuando fueron lanzadas hace cuarenta años, pocos pensaban que seguirían enviando información a la Tierra puntualmente, durante tanto tiempo. La primera ya se encuentra en el espacio interestelar y la segunda está a punto de cruzar la frontera del Sistema Solar, convirtiéndose en los objetos creados por el hombre que más lejos han llegado.

por Beatriz de Vera

 

La Voyager 2 fue lanzada desde Cabo Cañaveral en Florida (EE.UU.) el 20 de agosto de 1977, seguida por su compañera, que lo hizo el 5 de septiembre. La trayectoria de la 1 fue más corta y rápida, lo que le permitió tomar ventaja y por eso se encuentra en el espacio interestelar volando a casi 17 kilómetros por segundo. Su hermana lenta se mueve a poco más de 15, lo que no es poco, sigue siendo una de las naves más rápidas jamás construidas.

Hace cuatro décadas, el presupuesto de la NASA era escaso y la tecnología de exploración todavía muy limitada. Un simpático ejemplo de estas adversidades: para evitar que los cables se quemaran por el efecto de la radiación, un científico los envolvió en papel de aluminio, el mismo que usamos para cocinar. Pero, a pesar de los inconvenientes, la pareja cósmica ha logrado mostrar el Sistema Solar con una precisión sin precedentes.

Un lustro fuera del Sistema Solar

Voyager 1 entró en el espacio interestelar el 25 de agosto de 2012, aunque la hazaña no fue confirmada hasta un año después porque los expertos de la NASA querían estar completamente seguros de los datos antes de darlos a conocer. Ahora, la nave estaba a casi 20.900 millones de kilómetros de la Tierra. Si pudiéramos viajar a la velocidad de la luz, tardaríamos 19 horas y 20 minutos en llegar allí.

La misión Voyager ha revelado la existencia de volcanes en Io, luna de Júpiter; la existencia de un océano bajo la superficie de la luna Europa; o los géiseres que escupen hielo en Tritón, satélite de Neptuno. Las primeras imágenes de la Gran Mancha Roja de Júpiter, una tormenta gigantesca más grande de la Tierra, fueron en su momento las mejores imágenes que cualquier nave o telescopio terrestre podría ofrecer, recuerda Alan Cummings, un investigador que trabajó en el proyecto en 1973. Según la NASA, las naves “han revolucionado la astronomía planetaria”.

Además la Voyager 1 es la autora de una foto única, tomada el Día de San Valentín de 1990, en la que la Tierra aparece como un pequeño punto, prácticamente imperceptible en la vastedad del espacio. Ante esta imagen de insignificancia de nuestro planeta, el astrónomo y divulgador Carl Sagan, que participó en el proyecto, dijo: “Esta perspectiva subraya nuestra responsabilidad de preservar y apreciar este pequeño punto azul claro, la única casa que hemos conocido”.

Los últimos años de la pareja

Ambas naves pueden producir suficiente energía para sobrevivir y comunicarse hasta 2020, según estimaciones de la NASA, momento en el que se prevé que sus generadores termonucleares de plutonio 238 se agoten por completo. La agencia afirma que todavía, dentro de casi 40.000 años, no habrán alcanzado otra estrella y se encontrarán a 1,7 años luz de una en la constelación de la Osa Menor. Aunque ya habrán dejado de enviarnos datos sobre el espacio, sí aportarán, a quien las encuentre, valiosa información sobre la civilización que las envió al espacio: llevan un disco de oro compilado por Sagan, a través del cual alguna forma de vida inteligente podrá conocer información esencial sobre la humanidad e incluso pistas para encontrarnos. Entre ellas, sonidos grabados como el canto de las ballenas, la canción Johnny B. Goode de Chuck Berry, composiciones de Bach, y ritmos aborígenes de Australia, Perú, Zaire y Japón. También hay imágenes, desde fórmulas matemáticas al cuerpo humano, pasando por platos de comida china, un aeropuerto o el interior de una fábrica. Un ecléctico saludo desde nuestra mota de polvo estelar.