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Plutón en Capricornio: El Día en que Dios se transformó en Mosaico.

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“Hay un problema”, dijo uno. “Para tener el control total vamos a necesitar tener una absoluta y completa impunidad…”, agregó. El anciano sonrió y el otro se puso incómodo y tragó saliva. Los viejos ojos astillados de mirar adquirieron un nuevo brillo, un brillo enloquecido. La mente del primer hombre tembló junto con su oscura alma. Los arrugados labios del anciano apenas susurraron: “Un dueño absoluto e inapelable.”, y se quedó un momento mirando crecer la Luna allá en lo alto de la noche. “¡Hagámonos entonces de un Dios Emperador!”, dijo de pronto. Y fue así como el Cielo se rompió en un millón de pedazos.
Alejandro Fau | Plutón en Capricornio: El Día en que Dios se transformó en Mosaico.

La historia occidental no recuerda fechas precisas cuando se refiere a las anteriores al llamado año “0”. Quizás porque son difíciles de encontrar las referencias escritas de puño y letra por alguien que pueda aportar el dato, ya que eran realmente raros quienes supieran leer y escribir por aquellos años, es que se apela al masomenísmo por todos aceptado aunque sea algo difuso. Pero el cielo es un reloj muy preciso si es que se sabe leerlo, y recuerda todo lo que ha sido, es y será, sin importar que sea nimio o importante, pequeño o grande, magnífico o insignificante, verdad o mentira, a causa de la necesidad de un presente para que exista un futuro… Era que se era la Era de Aries, y miércoles, el día de Mercurio. Y el pobrecito mensajero estaba muy hablador y en muy buena compañía. Sagitario es amplio, pero se sentía apretujado entre Urano en 25° que entusiasta lo empujaba de sus casi 28°, y Plutón, que en grado 0 de Capricornio, seriamente lo miraba. Era un 19 de Enero del año 694 BCE (antes que Cristo existiera) del Calendario Juliano. Año que los historiadores llamarían como: -693, y que nosotros podríamos llamar el Día en que Dios se transformó en Mosaico, sin temor de equivocarnos. Pues un pueblo entero de decenas de miles que andaba disperso por un amplio territorio y adorando una multiplicidad de Dioses, de pronto se quedó sin empleo un tiempo antes, pues el Imperio Acadio, de la mano de Sargon II, decide que mantener esclavos es antieconómico para las arcas del estado, así que los “libera” y, no muy amablemente que digamos, los invita a abandonar el territorio imperial; y es entonces que aquí, en fecha que citamos, sus líderes deciden que eso no volvería a suceder jamás, ya que ellos se crearían un amo a quien servir y que no pudiera nunca más despedirlos. Se que muchos que lean esto se sentirán muy incómodos, quizá perplejos, y tal vez atacados e insultados en sus convicciones más profundas e íntimas, pero no es esa mi intención, sino la de solo exponer un hecho. Un hecho de Plutón en Capricornio. Un hecho de pila de ladrillos como yo los llamo, de esos que tienen la contundencia de los Hechos Históricos, pues también me atengo al texto, en dónde está escrito, en qué, y cuándo.

Carta AC -694Faltaban aún 700 años antes de que alguno oyera hablar del invento de Jesús el Cristo que hicieron luego otros porque querían una parte del botín, cuando algunos decidieron que primero había que, obviamente, inventar a su Padre: El Gran Padre Único, el Gran Arquitecto del Universo y todo lo conocido, al Supremo Dios de los Ejércitos. Saturno en Escorpio no estaba para medias tintas en su transformación. Los más inteligentes del cuarto pensaban en grande y andaban pero que muy apurados. Marte en Aries conjunto a la Cabeza del Dragón, opinaban que había que actuar a como fuera lugar y allá fueron, lanzados y enceguecidos como un verdadero bólido a traves de la historia. Era de esa gente que le gustaba mirar para arriba, no hay de ello ninguna duda. Así que apelando a lo que siempre había sido, es y sería por los siglos de los siglos, se pusieron a reinventar al Dios del Universo. El Padre de todas las cosas. Uno tan grande y magnánimo, que trabajaría para ellos. Tomaron un poco de aquí y allá, de aquellos a los que más conocían, sus propios amos, y lo adornaron un poco, aunque groseramente: Egipcios, Mithraicos, Babilonios, y un picoteo de lo que se entreveía allá por el Oriente. El Antiguo Testamento del Cristianismo y la Torah de los Judíos, acababan de nacer.

 

TorahTorah (aceptado por la Real Academia Española como Torá) [תּוֹרָה] es una palabra hebrea que significa enseñanza, instrucción, o más específicamente ley. En su sentido más amplio se utiliza habitualmente para designar a la totalidad de la revelación y enseñanza divina al pueblo de Israel, y aquello que el Catolicismo denominó como el Antiguo Testamento. En un sentido más restringido se refiere únicamente al texto de los cinco primeros libros de la Biblia. En la bibliografía cristiana se la suele denominar como ley mosaica, o ley de Moisés, o ley escrita de Moisés, aunque los Judíos lo llaman simplemente La Ley. Según la tradición hebrea, los cinco libros del Pentateuco fueron escritos por Moisés, quien recibió la revelación directamente de Dios en el monte Sinaí. El conjunto de estos cinco libros conocidos como Pentateuco (del griego πεντα, penta, ‘cinco’, y τευχος, teujós, ‘funda para libros’, haciendo referencia a las fundas en las que se conservaban los rollos de pergamino) o, en hebreo, Jamishá Jumshé Torah [חֲמִשָּׁה חֻמְשֵׁי תּוֹרָה], ‘las cinco partes de la Torah’ o simplemente Jumashi [חֻמָּשׁ], ‘quinto’ como abreviación, se corresponden con los llamados: Génesis (Bereshit [בְּרֵאשִׁית]), Éxodo (Shemot [שְׁמוֹת]), Levítico (Vayikrá [וַיִּקְרָא]), Números (Bemidbar [בְּמִדְבַּר]) y Deuteronomio (Devarim [דְּבָרִים]). La estimación científica del origen histórico de la Torá es aún muy discutida entre los ortodoxos. Sin embargo, resulta muy difícil el sostener la versión bíblica de la redacción mosaica (que debería corresponderse al siglo XIV a. C.), dadas las características del idioma utilizado, de los temas tratados y de las situaciones históricas que se ven reflejadas en el escrito. Según los cálculos más contemporáneos realizados por la ciencia, los fragmentos más antiguos del texto escrito se remontarían tan solo al los siglos VII o principios del VIII a. C. cuanto mucho, y son el punto de partida de nuestro análisis. La hipótesis documentaria se apoya en los rasgos idiomáticos distintivos de los diversos fragmentos (en particular el nombre utilizado para mencionar al Dios -Yahveh- en el libro del Génesis, distinción que desaparece a partir del libro del Éxodo), en las repeticiones y en las contradicciones del texto, en otras variaciones conceptuales y en las relaciones con los mitos de otras religiones contemporáneas para establecer esta división. En una u otra forma, esta teoría goza de una aceptación casi universal entre los estudiosos laicos y en la de muchos cristianos. Dentro del judaísmo ortodoxo, la hipótesis documentaria, pues, es considerada simplemente como herética.

 

MoisesLa autoría de Moisés fue durante mucho tiempo la atribución tradicional de los primeros libros de la Biblia, el Pentateuco o la Torah hebrea, pero desde las primeras lecturas críticas de la Biblia (particularmente E. Witter en 1711, posteriormente sistematizado por J. Wellhausen) se abandonó esa posibilidad, aunque se sigue manteniendo por mero folklorísmo. Particularmente, esta es la postura católica fijada por los papas León XIII en Providentíssimus, negando la posibilidad de cualquier crítica bíblica, pero posteriormente relajada por Benedicto XV y Pío XII, que aunque permitieron los estudios criticos mantienen la salvedad de que siempre se respete el principio de inspiración y de revelación, del no tratar a la Sagrada Escritura como un conjunto de mitos, y que Moisés es su autor básico y principal que escribió realmente tal como lo conocemos hoy el Pentateuco y que, por lo tanto, el escrito es auténtico, histórico y fidedigno, y muy digno del nombre de: “Palabra de Dios”. O sea, salvo criticar la gramática o la ortografía, el resto es intocable e incuestionable para ellos. Hoy sabemos que todo esto es una fantasía. El Antiguo Testamento es anónimo en su mayor parte, y fruto de una secuencia de contribuciones de varios autores a lo largo de periodos de tiempo muy prolongados, incluso para cada uno de los libros que lo componen. La escriturística, o ciencia bíblica, ha identificado varias fuentes mediante la crítica documental. Para el Pentateuco, en orden cronológico son: 1) La fuente Yahvista (por usar el nombre de YHWH, transliterado como Jehová o Yahveh para Dios), esta fuente provendría del Reino del Sur y se localizaría alrededor del año 700 a.C.. Habría contribuido en los episodios en que Dios se manifiesta en conversaciones amistosas, en términos muy humanos y familiares, y habla con Caín, Noé, el huésped de Abraham, y sería del redactor de la Creación del capítulo segundo del Génesis; 2) La fuente Elohista (por usar el nombre Elohim para designar a la divinidad), proveniente del Reino del Norte y anterior al 630 a.C., que aportaría los episodios en que Dios se manifiesta en sueños y visiones, como la zarza ardiente o la historia de José, y su estilo es más sobrio que el anterior; 3) la fuente Deuteronómica (con estilo y vocabulario muy distintivos), siendo localizable en Jerusalén en torno al año 621 a.C. durante la reforma de Josías, que tiene un estilo directo, casi cordial, y que aportaría los libros del Deuteronomio, Josué, Jueces, Samuel y Reyes; y 4) la llamada fuente “P” (del inglés priestly o del alemán priestercodex “sacerdotal”, por la escuela sacerdotal de Ezequiel), que proporcionó instrucciones rituales muy detalladas (ritos, sacrificios, leyes, prohibiciones, papel del Sabath, genealogías, etc.), y que es localizable en la cautividad de los Judíos en Babilonia durante siglo VI a.C., que aportaría todo el Levítico, la mayoría de Números, la mitad de Éxodo y parte del Génesis, especialmente el episodio de la Creación de su capítulo primero.

 

ReligionesA partir de este antiguo colage escrito, base de las llamadas Religiones Mosaicas (Judía, Católica y Musulmana), vemos cómo la fantasía ha dominado la mente humana a lo largo de más de una Era para el uso y abuso de sus creadores. Fantasía que se multiplicó a lo largo del tiempo a la hora de construír nuevas y cada vez más fantásticas religiones, que garantizaran el dominio y fortuna de sus sacerdotes a costa de la fe de los fieles. Pero si miramos con ojos de Astrólogos el cielo de esos días, con Neptuno en Leo tampoco podríamos esperarnos otra cosa. Sabemos, por el marco histórico en que fue escrito, que obedecía a necesidades de orden político y social. Era para los ancianos del denominado pueblo Judío, una necesidad perentoria el obtener un tipo de reconocimiento particular de la comunidad que fuera más allá del existente en sus tiempos, en donde se los reconocía tan solo como “un pueblo de aplicados y laboriosos esclavos” por parte del resto de las naciones, y que carecía de territorio propio. También era perentorio el poder reunir nuevamente a la nación bajo un sentimiento unificador fuerte, ya que habiendo estado bajo sucesivos y diferentes dominios, el pueblo había diversificado sus costumbres y creencias a lo largo de muchos años hasta casi perder la propia identidad. En un tiempo en donde la multiplicidad de Dioses estaba a la orden del día, era necesario manifestar en lo externo el principio unificador por excelencia: Un Dios único y supremo, aquel que había engendrado a todos y todo lo demás: hombres, bestias y dioses, lo animado e inanimado, el universo todo; y ponerse bajo su exclusivo mandato asumiendo el papel de único pueblo elegido, y al que se le otorgaba un territorio (la famosa “Tierra Prometida”) por un mandato divino.

 

Esta última observación, como cualquier otra que podamos plantearnos tanto sobre la forma que adquiere la personalidad del Dios como las características generales del pueblo que le dio vida, podemos deducirla observando la configuración particular del cielo en ese momento y contrastarla con la simple lectura del sacrosanto texto. Un pueblo disperso (Luna en Géminis) y la ilusión de ser los únicos elegidos por Dios (Neptuno en Leo), como la imagen de severidad de la que es investida la divinidad (Sol en Capricornio), el comportamiento de éste en sus idas y venidas para revisar, ratificar y modificar los pactos ya establecidos, y lo imprevisible de sus reacciones (Urano-Mercurio-Plutón semi-cuadratura Saturno), como así también su nominación de Dios de los Ejércitos (Marte en Aries cuadratura Sol), son solo pautas superficiales reconocibles a simple vista por cualquier estudiante medianamente instruído. Más con un poco de aplicación en el análisis, podemos incluso llegar a profundidades que mantienen aún perplejos a los Teólogos más renombrados. No es el propósito de éste artículo el ahondar en estos temas, ya que podrían escribirse varios libros especulando sobre ellos que sin dudas harían las delicias de cualquier filósofo; nuestro propósito es mostrar por medio de los simples hechos aquello que, por un nada santo interés humano, siempre se veló con un halo de misterio impenetrable causándonos así incontables pérdidas y amarguras a lo largo de los siglos, guerras sangrientas que persisten aún hoy y asolan la Tierra toda, batallas de intereses humanos justificadas en el supuesto mandato Divino y amparadas en un dogma de fe... Sí, claro está que habrá quién diga que todo esto no es más que una herejía, un texto blasfemo que merece junto con su autor el premio de la lapidación o de la hoguera, ya que la historia nos es pródiga en irracionales y deshumanizados ejemplos de éste tipo. Pero como dice el viejo adagio: Quién quiere oír, que oiga… y del resto, pues, ya está sobradamente demostrado que el sentido común es el menos común de los sentidos.

 

Contraluz de la Catedral de MálagaA partir del profundo o superficial análisis que podamos hacer de los hechos históricos en determinado momento de la evolución conciente del ser humano, con este ingreso que describimos de Plutón en el signo de Capricornio, podemos ver de modo patente las consecuencias externas que se desencadenan y que irremediablemente moldean a la sociedad en general durante períodos muy extensos moviéndose como olas energéticas a lo largo del tejido del tiempo con sus altas y bajas, reforzándose en cada cresta más y más. A partir de este instante histórico, asistimos a la globalización del monoteísmo en la conciencia humana de occidente, el cual fue instalándose en todos los ámbitos de la vida a partir de entonces de un modo incontestable. Posteriormente a este hecho por lo pronto, y paulatinamente, cesaron de haber discusiones en la sociedad humana sobre cuál Dios era mejor que el otro, quizá tan solo para pasar a discutir sobre cuál era entonces su verdadero profeta y enviado y, por supuesto, quién estaba realmente a la altura de representarnos ante Él aquí en la Tierra. Batallas por el poder e innovaciones en la conciencia humana, que fueron transformando al mundo y sus instituciones en cada sucesivo ingreso posterior, ya sea aceptando o negando la ingerencia divina en los asuntos del Estado, por ejemplo, nos muestran claramente su dinámica profunda y su modo de operar. Más es absolutamente necesario despojarse de todo juicio y prejuicio, heredado o adquirido, para tener una visión clara de los hechos. No es fácil hablar de estos sin herir sucetibilidades o sin ser atacado por quien ve en peligro sus negocios, pero es muy necesario si queremos comprender verdaderamente el cómo impacta en nuestro devenir conciente esta energía. Los invito pues, a mirar con objetividad el movimiento sincrónico del cósmos con el acontecer humano, apelando a la distancia temporal para enmarcar debidamente y con amplia perspectiva un simple acontecer; a introducir la historia en la criba y el tamiz del arcano saber astrológico para ver qué les resulta de ello. Poco importa entonces pues, querido/a lector/a, que acuerdes o no con el modo en que son expuestos los sucesos por tal o cual fuente, ya que lo importante es su mera existencia.

Pretender tapar con tu dedo el Sol, o cambiar su nombre, no hará en modo alguno que éste desaparezca.