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Astrología de la Crueldad: La Educación y los Problemas del Lenguaje.

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Nada hay más difícil que traducir a un lenguaje ordinario la interrelación de causas que un/a astrólogo/a observa en el movimiento interno de una matriz natal sobre lo que allí sucede. Así pues no es raro oír entre los comentarios de aquel que acude a la consulta el que prácticamente no ha entendido mucho, pero parece que tiene una fea cuadratura ahora, que por suerte desaparecerá cuando el Gran Funesto salga de la casa de sus hijos y se meta con su trabajo; o el que debe esperar hasta que pase el “Kintuncio” de Marte, y otras tantas absurdas cosas por el estilo. Quizá el astrólogo/a sea muy idóneo en la observación del mundo, de los otros y de lo que sucede, pero si no puede comunicar lo que ve de un modo simple y claro tan solo pasará a la historia por ser un simple alucinado que habla de pavadas sin sentido...
Alejandro Fau | Astrología de la Crueldad: La Educación y los Problemas del Lenguaje.


Suplemento dietario orgánico a base de multi-cereal, no difiere en nada del decir: Pan Negro... pero nos justifica, eso sí, el cobrarlo más caro porque incluso a ti te parecerá más sano y rico.”
Cartel en “la” Panadería de mi barrio.



Cada día veo el patético vociferar de aquellos que se tienen a sí mismos, y que así se promocionan, como los muy iluminados sacerdotes de la Verdad Universal citando "Cuantums", la física de partículas sub-atómicas, la Teoría de la Relatividad, los Multiversos (universos paralelos y simultáneos al nuestro) y todo un cúmulo de barrabasadas y de palabras pseudo-científicas solo para justificar sobre una base aparentemente sólida y creíble aquello que dicen hacer: Predecir el Futuro. Estos mal llamado Astrólogos solo habrán leído sobre el tema probablemente en algún artículo muy mal informado en las revistas amarillistas en las que ellos mismos se publicitan, y además creen también que ello es una absoluta verdad revelada. Si fuese de otro modo, y se instruyeran seriamente sobre el tema, se darían cuenta de la monumental estupidez que cometen desenmascarando así su verdadera condición de charlatanes. Pues a partir de saber el cómo son las cosas en realidad deberían optar tan solo entre dos opciones: O abandonan la por largo tiempo alabada Teoría de la Relatividad y se compran una lechuza y una bola de cristal e invocan unas alucinadas visiones místicas, o tienen que dejar de creer ciertamente en la posibilidad de que podamos realizar predicciones fiables del futuro... Realmente el conocimiento certero del futuro levanta una gran cantidad de preguntas que no pueden ser respondidas a la luz de las convenciones habituales de la ciencia a menos que proyectemos en primer lugar al "Observador" (el profesional en éste caso) y a “lo Observado” (su consultante) fuera del Tiempo y, en segundo lugar, que anulemos cualquier movimiento en el tiempo-espacio donde habiten luego. Si tomamos la Teoría de la Relatividad, lo ya suficientemente probada para aceptarse su veracidad, resulta evidente que el Tiempo, la cosa y el Observador deben permanecer inmóviles el uno con relación al otro o inevitablemente se producirán interferencias. El Astrólogo predictivo es un bicho egoísta, y desconoce la cualidad autónoma y hasta la existencia real del otro, niega completamente al otro, pues evidencia que para él el otro solo existe en el período de tiempo en que le paga y se va, materializando así el dinero en su cartera. Una predicción certera solo sería posible hacia algo muerto y realizada también por algo muerto a los ojos de la ciencia, ambos fuera del tiempo y del espacio siempre, pues cualquier acción que el sujeto haga durante o luego de la predicción, aún una acción tan nimia como tomarse el subterráneo en lugar del autobús o simplemente rascarse la nariz, modificará las circunstancias y torcerá el rumbo de lo que fue predicho hacia un lugar ya imposible de prever. Esto quiere decir que es imposible emprender una predicción del futuro que sea lo suficientemente fiable salvo para alguien que ya esté muerto, lo que por cierto constituye de por sí un absurdo, y también realizada por quien ya esté muerto, que es otro absurdo además. Claro está que el supuesto iluminado profesional si tuviera algo de decencia tendría que decidirse a trabajar de otra cosa, y no en el simple acto criminal del engaño y la estafa hacia los otros. Pero en fin, como diría mi abuela, en este mundo hay tantos sonsos dispuestos a comprar esquinas que podríamos hacer dulce con ellos... y malos bichos que se las vendan, también.

incomprensionHace poco hablaba de la crisis que atravesaban los estudiantes de Astrología tras un par de años de dedicarse intensamente a su estudio, al descubrir que tan solo habían logrado comenzar a comprender un nuevo lenguaje y poco más. Hoy quiero hablar de otra crisis, en el mejor de los casos, que sufren la mayoría de ellos durante toda su vida y que tiene que ver con que no pueden comunicar de un modo claro a nadie aquello que saben. La comprensión cabal de la Astrología insume muchísimos esfuerzos para la mente hasta que logra cambiar la dinámica de articulación del pensamiento profundamente enquistada por nuestra civilización y cultura heredadas, pero dicho cambio constituye muchas veces un problema a futuro: La comunicación fluida con un otro. Muchos hemos visto reuniones de Astrólogos o de estudiantes del Regio Arte fantaseando con ser ajenos e ignorantes del lenguaje en que éstos se comunican y nos resultan, muy acertadamente por cierto, como una reunión de locos. Hablan con frases cortas y veloces, usando términos incomprensibles para quién no conozca el código, y vemos mutar sus expresiones desde la más profunda reflexión a la carcajada apenas tras la audición de dos o tres palabras. Bueno, es lo mismo que sucede en cualquier otra reunión de especialistas que utilizan términos y frases que describen más adecuadamente aquello que atañe a su profesión con lo que el resto se queda fuera, dirán algunos y con mucha razón. Pero aquí la cosa cambia radicalmente debido, justamente, a la profesión de la que hablamos y que tiene que ver con lo General y no con lo Particular, y que trabaja e interactúa con sujetos y no con objetos. El estudiante anda así por el mundo utilizando su lenguaje indiscriminadamente, sin importar el contexto en que se encuentre, provocando la burla y el rechazo de los otros que no logran entender qué dice o sus justificaciones sintiéndose cada vez más un paria. Se vuelve muchas veces taciturno, de semblante eternamente serio y grave, de carácter hosco, e incluso antisocial... aunque a otros les sucede todo lo contrario, se sienten exclusivos, mejores que los otros, se vuelven arrogantes y tratan con el resto de los mortales con una despectiva condescendencia propia de un absurdo monarca absolutista. En ambos casos el problema tiene que ver con lo mismo: Ellos mismos... pues, o no logran entrever la verdadera dimensión que ocupa el Ego dentro de sí mismos, u olvidan cuál es su verdadera función profesional: Ser mediadores, traductores digamos, entre el polisémico lenguaje de la realidad y la individualidad representada por una mente social y humana.

ObservarEl principal error en el que caen quienes abordan como profesión la Astrología, es el de creer que serán comparables a un Técnico Especialista en un conocimiento muy raro y poco común. Lo único “raro” o “poco común” es el lenguaje con que él se enfrenta a la realidad del universo y a través del cual lo piensa y mira. Por encima de todo el Astrólogo debe ser un generalista, y no un especialista. Es juicioso que las decisiones tomadas en momentos importantes sean sometidas a un generalista. Los expertos y los especialistas nos conducirán rápidamente al caos en cualquier situación. Los especialistas estudian las pequeñeces, cavilan ferozmente en dónde colocar una coma que se ajuste a las reglas impuestas por ellos u otros tan limitados como ellos mismos. El astrólogo, por el contrario, deberá poner en cada decisión que tome un saludable sentido crítico y observar escrupulosamente aquello que denominamos sentido común. No debe nunca situarse fuera de la tempestuosa corriente de lo que está ocurriendo en el universo real. Debe ser siempre capaz de decir sin prejuicios: «No hay ninguna duda al respecto, por ahora. Puede revelarse equivocado más tarde pero lo corregiremos cuando llegue el momento y tengamos mayor información sobre ello», pues sabe que es absurdo hablar en términos de absolutos. El astrólogo debe comprender que cualquier cosa que podamos identificar en nuestro universo personal es tan sólo una parte de fenómenos mucho más amplios que hacen a la Totalidad. El experto mira hacia dentro; solo mira al interior de los estrechos límites de su propia especialidad. El generalista, en cambio, mira hacia fuera; mira los principios vivientes sabiendo que es lógico que estos principios cambien y que se desarrollen. Son las propias características del cambio las que debe mirar el astrólogo, pues no puede existir un catálogo permanente y previo de tales cambios, ninguna guía o un manual que los contemple. Debe contemplar los sucesos con el menor número posible de pre-conceptos y prejuicios, de deseos propios o ajenos, preguntándose a si mismo: «¿Qué es lo que en verdad está ocurriendo aquí?», y expresar lo que ve de un modo claro y sin ambigüedades para que su ocasional consultante decida por sí mismo el camino a seguir. Puede trazar opciones de probables sucesos a partir de tal o cual decisión que el otro tome, pero en modo alguno puede decretar él cuál será el camino. Predecir un probable futuro es bien fácil, solo hay que restarle toda posibilidad al otro de que alguna vez sea sí-mismo.

LenguajePero hablábamos del lenguaje y su dificultad. Cuando se comprende finalmente la Astrología la emoción, en más de un sentido, nos invade. Más allá de la alegría que el logro provoca se registra por medio de sentires y emociones todo lo que sucede, pero el único modo fácil de expresar lo que se ve es por medio de un código incomprensible para quien no lo conozca: El lenguaje Astrológico. La mayoría de los estudiantes cree que con lograr la comprensión del lenguaje ya está finalizado todo, que su calvario de años ha concluido, pero ignoran que a partir de allí la cosa se pone, quizá, aún más complicada todavía, pues el verdadero objetivo es el aprender a traducir aquello para el neófito en su propio lenguaje. Muchas veces también se olvida que uno mismo también es un neófito, y que nuestra lógica racional es nuestra parte neófita que convivirá por siempre con nosotros si es que queremos interactuar socialmente en el mundo; ésto provoca no pocos desequilibrios psíquicos en algunas personas y es por ello que los astrólogos serios seleccionan cuidadosamente a sus futuros discípulos, pues podrían provocarles un gran daño psicológico si no lo hacen. Sin una estructura psíquica capaz de soportarlo, no es sano emprender la tarea de aprender Astrología pues pondrá de cabeza la mayor parte de aquello que consideramos como verdad y sobre lo cual sustentamos nuestras vidas. También es por ello que la mayoría de los cursos a los que asiste la mayoría sean tan superficiales y absurdamente reduccionistas. Como me dijo una vez un reconocido astrólogo: “Una cosa es el Arte y muy otra la economía, tengo que vivir de algo ¿no?”. En fin... será por ello que la mayoría de sus estudiantes, históricamente, sean los mismos que podemos encontrarnos en cualquier otra actividad pasatista con que la gente aburrida llena sus días. Lo grave es que éstas se llamen a sí mismas Astrólogas una vez concluidos esos estudios. Es por ello que quienes las consultan solo se encuentran con alguien que les habla, y solo en el mejor de los casos, en un lenguaje incomprensible sobre el que nada pueden comprender. Obtendrían lo mismo si consultaran con un especialista en cualquier otro tema que solo hable el Javanés sin que medie traductor alguno. Estos pseudo-profesionales de continuo citan ante sus consultantes cuadraturas, oposiciones, planetas, complejos aspectos, etc., etc., etc., sobre lo que el otro nada sabe, con la absurda fantasía de que el otro puede comprender lo que se le dice... Mas lo cierto es que muchas veces ni ellos mismos saben lo que están diciendo.

peso de palabrasLa primer tarea a tener en cuenta por el profesional es el de buscar un “lenguaje” común con su consultante para poder comunicarse fluida y claramente con él, buscar ejemplos que le resulten cercanos al otro para que sus explicaciones sean claras, y para que su consultante pueda aprovechar la consulta por la que está pagando. La calidad de un astrólogo se mide no tanto por la cantidad de su conocimiento acumulado sobre el Regio Arte, sino por su capacidad de transmitirlo sin usar un solo término astrológico en su discurso, a menos claro está, que esté hablando con otro astrólogo que pueda manejar cabalmente su lenguaje. Gran parte del rechazo que la sociedad tiene con la astrología parte de un problema básico de comunicación. Aún en artículos publicados en periódicos y revistas no especializadas podemos encontrar tal cantidad de terminología específica que los ocasionales lectores nunca llegan a comprender específicamente de qué se está hablando allí. Quién poco sabe se escuda en la complejidad del lenguaje astrológico para ocultarlo, y por ello es que la mayoría de los que publican en medios no especializados jamás usan su verdadero nombre sino rimbombantes seudónimos de implicancias pseudo-místicas para evitar la crítica de sus pares o de la gente común en sus propias vidas cotidianas. Esta gente no le hace ningún favor al regio arte sino todo lo contrario, son más dañinos y destructivos que aquellos que lo critican desde la obtusa y restringida mirada de la ciencia oficial o desde el más absoluto desconocimiento. Es el producto inevitable de esta época mercantilista en que vivimos, y de las “fábricas” de astrólogos/as en serie que vuelcan centenares de instantáneos iluminados cada año, cada mes o cada fin de semana sin comprender que, como en muchos otros casos, aquí es más peligroso el solo saber un poco que el no saber absolutamente nada del asunto ya que tratamos con personas. Hemos dicho ya varias veces sobre que el astrólogo/a se ve impulsado a aprender muchas y diversas temáticas y materias diferentes y tiene que ver mucho con ésto, pues lo hace no tanto con el fin de profundizar en sus propios saberes sino con en el afán de buscarse otros lenguajes que puedan ser más fácilmente comprendidos por los otros. Desarrollar el arte de la comunicación es fundamental para aquel que tenga la intención de aprender o enseñar y trabajar con la Astrología.

chinoMuchos dicen que hacen ésto último que digo pero que tampoco les funciona ¿Por qué? Pues porque no lo encaran adecuadamente. Fuera de lo astrológico se vuelcan, por ejemplo, hacia al Tarot, el I Ching, las Runas Nórdicas, la Alquimia, la Filosofía Hermética, etc., etc., etc., provocando un tipo de endogamia que complica aún más las cosas. Si bien ello puede ayudarlos a comprender quizá más adecuadamente lo específico astrológico, no contribuye en nada en que puedan comunicarse más adecuadamente con el hombre o la mujer común. Intercambiar un lenguaje simbólico por otro no aportará claridad sino una mayor confusión tanto para su propio razonamiento como para su capacidad de comunicar. Es más productivo y provechoso, en todo caso, dedicarse a la jardinería, la cocina, la informática, la literatura o el deporte, por citar unos pocos ejemplos, que lo acercarán más al discurso del día a día de la sociedad en que vive, que encerrarse aún más en su laberinto mental de temáticas cada vez más restringidas en su comprensión para el resto de los mortales. Por otro lado, hay que comprender que el lenguaje astrológico es una cosa viva y, como tal, es algo que se vive y se siente, se experimenta. Se aprende más en una corta caminata callejera observando el cotidiano discurrir desplegarse ante nuestros ojos, que encerrados en una oscura biblioteca durante días. Una vez adquirido el conocimiento se debe desarrollar el sentido de verlo actuar en la acción y en todo: en el juego espontáneo de un grupo de niños en una plaza, en las curiosas formas que adopta la vegetación en un jardín, en el acontecer diario del mundo, en las decisiones de gobierno, en los dictados de la moda, la meteorología, la música, etc., etc., etc... No es algo que se adquiera en costosos seminarios y congresos internacionales sino gratuitamente en cada momento y lugar en que nos encontremos; y más importante aún, en la atenta observación de nosotros mismos y en nuestro sentir y accionar en todos los órdenes de nuestras vidas.

engaNo quiero decir con ello que las temáticas complejas, como cuestiones relacionadas con la biología, psicología, las altas matemáticas y la física sub-atómicas deban ser descartadas, al contrario, son muy necesarias y de vital importancia para profundizar en lo que tú sabes. Pero debes encararlas con el respeto y la seria atención que se merecen, si crees que puedes comprenderla leyendo artículos en el periódico o en las revistas, solo lograrás confundirte. Lo que quiero decir es que si de verdad quieres que tu arte sirva tanto a los otros como a ti mismo/a, debes aprender a expresarte de manera adecuada en un lenguaje simple, fácil y accesible para cualquiera. ¿De qué sirve un geógrafo que no ha visto jamás el mundo? ¿De que sirve un historiador en un mundo sin pasado?¿De qué sirve buscar la verdad en donde solo puedes encontrar mentiras? Es hora de comprender, también, que por ser un practicante del Regio Arte no vales más que un maestro, que un ama de casa o que un obrero, solo eres un ser de carne y huesos como el que más. Solo eres alguien que puede ver con claridad el mundo que lo rodea y compartir esa visión con los otros para ayudarlos a comprender porqués, y que por ello no eres un especialista sino algo más raro aún: Un generalista que puede maravillarse ante el movimiento y la coherencia que anima al Todo. Así pues, si te encuentras con alguno de éstos personajes que farfullan en una terminología incomprensible como justificación de las barrabasadas que dicen, no creas que estás ante un ser superior e “iluminado”, a lo sumo estarás frente a un alucinado inseguro de sí-mismo y de lo que en verdad sabe o cree saber... aunque por lo general se tratará tan solo de un vendedor de humo y peces de colores a quien le interesa más lo que llevas dentro de tu cartera, que lo que tienes dentro de tu cabeza o guardado en lo más profundo de tu corazón.