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El Sol quizá vino desde otro lugar...

El Sol quizá vino desde otro lugar...
Una creencia científica de larga tradición indica que en cada galaxia las estrellas tienden a permanecer en la misma región donde se formaron. Recientemente algunos astrofísicos han puesto en duda la hipótesis, y ahora nuevas simulaciones demuestran que por lo menos en las galaxias similares a la nuestra, las estrellas como el Sol pueden emigrar a grandes distancias.

Lo que es más, si nuestro sol se ha movido lejos de dónde se formó hace más de cuatro mil millones de años, eso podría cambiar por completo la noción de que hay zonas dentro de las galaxias, las denominadas zonas habitables, que resultan más aptas que otras para sostener las condiciones necesarias para la vida.

El punto de vista actual sobre la extensión de la zona habitable está basado en parte en la idea de que ciertos elementos químicos necesarios para la vida están disponibles en algunas partes del disco de una galaxia pero no en otras. Si las estrellas emigran, entonces esa zona habitable no puede ser un lugar fijo y estacionario.

Si, tal como parece, la idea de una zona habitable fija se confirma como errónea, eso cambiaría el concepto científico actual sobre dónde y cómo puede evolucionar la vida en una galaxia.

La investigación ha sido realizada por Rok Roskar y Thomas R. Quinn, ambos de la Universidad de Washington, Víctor Debattista, de la Universidad de Lancashire Central en Inglaterra, y Gregory Stinson y James Wadsley de la Universidad McMaster en Canadá.


Los científicos habían asumido previamente que si una estrella, durante su giro alrededor del centro de la galaxia, es interceptada por un brazo espiral de ésta, la órbita de dicha estrella se hace más errática de la misma forma que la rueda de un automóvil puede tambalearse al pasar por un bache.

Sin embargo, en las nuevas simulaciones, realizadas mediante potentes supercomputadoras, se constató que las órbitas de algunas estrellas podían hacerse más grandes o más pequeñas, pero manteniéndose muy circulares, después de cruzarse con un masivo brazo espiral.

Nuestro Sol tiene una órbita casi redonda, por lo tanto los resultados indican que cuando se formó hace 4.590 millones de años (aproximadamente 50 millones de años antes que la Tierra), pudo estar más cerca o más lejos del centro de la galaxia de lo que hoy lo está en la zona que ahora ocupa a medio camino hacia el borde exterior.

La migración de las estrellas también ayuda a solventar el enigma sobre el mapa químico de las estrellas en la vecindad de nuestro sistema solar. Se sabe desde hace mucho tiempo que la mezcla y la dispersión son mayores de lo que cabría esperar si las estrellas pasaran toda su vida donde nacieron. Al albergar estrellas procedentes de ubicaciones iniciales muy diferentes, el vecindario de nuestro sistema solar disfruta de una diversidad mucho mayor.