Vistazo a la frontera del Sistema Solar

Ibex fue lanzada hace un año para trazar un mapa de la heliósfera, la región del espacio definida por el alcance del viento solar de nuestro sol.
Las primeras observaciones muestran que la heliósfera no está formada como muchos científicos creían, afirma una serie de estudios publicados en la revista Science.
Lo que los científicos esperaban encontrar eran variaciones espaciales pequeñas y graduales de la frontera interestelar, a más de 16.000 millones de kilómetros.
Sin embargo, Ibex mostró una especie de cinta muy angosta que es dos o tres veces más brillante que cualquier otro cuerpo en el cielo.
"Los resultados de Ibex son verdaderamente extraordinarios" dice el doctor David McComas, principal investigador de la sonda.
"Porque muestra emisiones que no apoyan ninguna de las actuales teorías o modelos que se tienen de esta región nunca antes vista".
Cintas brillantes
Nuestro Sistema Solar se "azota" en el centro de la galaxia, e igual que la sensación que experimentamos al sacar la mano de un auto en movimiento el sistema solar "siente" un viento de partículas desde la región que se extiende entre nuestro sol y sus vecinos más cercanos.
La característica más sorprendente de los mapas celestes de Ibex, las estrechas cintas brillantes, serpentean a través del cielo entre las naves Voyager y allí han permanecido totalmente desaparecibidas hasta ahora
Dr. David McComas
Al mismo tiempo, una especie de "viento solar" de partículas cargadas viaja continuamente a velocidades supersónicas desde el sol en todas direcciones.
Este viento solar infla una "burbuja" gigante en el espacio interestelar, la heliósfera.
La verdadera extensión y forma de la heliósfera ha sido tema de debate durante más de medio siglo.
Cuando el viento solar viaja hacia el exterior recoge iones -o partículas cargadas- recientemente formados que surgen de la ionización de partículas neutrales que se escapan del espacio interestelar.
La tarea de Ibex es medir estas partículas neutrales, llamadas átomos neutros energéticos (ENA) que se forman en el límite de la heliósfera y que viajan a velocidades que van desde 800.000 a 4 millones de kilómetros por hora.
Lo que varios investigadores han encontrado es que el flujo de los ENA es desigual, con un flujo significativamente mayor en una "cinta" que atraviesa el cielo y que es dos a tres veces más brillante que cualquier otro cuerpo en el cielo.
Hasta ahora la mejor información que se tenía sobre la heliósfera provino de dos naves Voyager que se cree han pasado a través de la región.
Información global
Para sus observaciones, Ibex ha utilizado dos cámaras especiales de ENA para captar imágenes y trazar el mapa de la interacción global de la heliósfera.

La sonda Ibex fue lanzada hace un año para trazar un mapa de la heliósfera.
Aunque las naves Voyager han ofrecido puntos de medición de las interacciones en dos sitios de la región de la frontera interestelar, las medidas de Ibex han logrado ofrecer una observación global de estas interacciones.
Las imágenes globales que obtiene Ibex son similares a la información sobre patrones globales y regionales del clima en la Tierra que obtiene un satélite meteorológico.
Las estaciones individuales de clima en la superficie llevan a cabo medidas detalladas locales, pero si las tormentas no pasan directamente sobre ellas se puede perder la imagen general de las condiciones climáticas.
Ibex también logró recoger por primera vez hidrógeno y oxigeno del medio interestelar, el contenido de materia y energía que hay entre las estrellas.
Como la heliósfera de nuestro sistema viaja por el medio interestelar a velocidades de 95.000 kilómetros por hora, Ibex logró medir las partículas neutras que entran al sistema solar.
Con estas mediciones, dicen los investigadores, se logrará tener un mejor entendimiento del ambiente en el espacio interestelar lo cual podrá ser importante en las futuras expediciones espaciales tripuladas porque esta región progege al sistema solar de la radiación cósmica.
Lo que es claro, dicen los autores, es que la heliósfera no tiene la forma de un cometa, como se pensaba previamente, sino posee una cabeza que apunta al medio interestelar entrante y una cola de materia que arrastra por detrás.